Es reconfortante conocer, como también los poetas se inspiraron y dedicaron su musa a la Reina de los Cielos, y estos escritos y poesías de lengua hispana, que he seleccionado de los más grandes exponentes de este género literario, incluyendo a varios santos, son una muestra fehaciente de la profundidad y ternura con que se dirigieron a la Madre de Dios. Leyendo estos escritos, me atrevo a decir que la Virgen inspiraba sus composiciones. Comenzaré por Lope de Vega[1], según mi modo de ver el más mariano de los poetas:
Juego de Alabanzas a María[2]
Ergasto.- Por mi letra M digo que MARÍA es Madre de Dios, que en esto bien sé que no diréis cosa con que podáis igualarme; y digo que parece la mayor Maravilla que Dios ha hecho, y que es su oficio ser un Maestro perfectísimo de todas las virtudes. Pero dime A primera, ¿quién es María?
Aminadab.- María es Arco del cielo, parece a la virgen Abisag, y es su oficio Animar a los afligidos. Pero dime letra V, ¿quién es María?
Bato.- Virgen antes, y en su parto y después de él; es la Virtud perfecta traslado suyo; y su amor oficio Vestir de carne y sangre al Hijo de Dios. Pero dime, G ¿quién es esta Señora santísima?
Elifila.- Es gloriosa ciudad de Dios, parece Gracia de las gracias, y alcanzó la mayor de todas; y es su oficio el Gobierno de nuestra vida. Mas dime, R segunda, ¿quién es esta Señora?
Dositea.- Reina de los cielos está diciendo la misma letra; parece Rosa de Jericó: y su oficio es Remediar nuestros trabajos. Mas dime, R primera, ¿quién es María?
Palmira.- Reparo de nuestra caída, parece a Raquel, y es su oficio Restituir nuestra libertad por medio de su Hijo. Mas dime, letra E, ¿quién es la que alaban todos?
Lucela.- Espejo sin mácula, parece Estrella de Jacob; y es su oficio Entender los mayores secretos de la divina sabiduría. Mas dime, letra N, ¿quién es esta Señora?
Rústico.- Ya pensé que os habíais olvidado de mí por ser la postrera letra. Digo, pues, que esta Virgen es una Nave hermosísima, que tuvo oculto nueve meses el Sol; que se parece al Nardo precioso; y que es su oficio Negociar para los hombres la eterna salud y bienaventuranza. Mas dime, A segunda, ¿quién es María?
Damón.- Es la verdadera Arca del Cielo, parece el Arca del maná, hecha de madera de Sethim; y es su oficio Alcanzar de su Hijo el buen suceso de nuestras peticiones. Mas dime, letra I, ¿quién es la Virgen?
Fabio.- Es una Infanta serenísima; parece a Iudit; y es su oficio Interponer los ruegos con el Juez supremo y justo. Mas dime, letra V, ¿quién es esta Infanta que te digo?
Bato.- Es Vida y esperanza nuestra, parece Vara de Aarón, que floreció en la casa de Leví; y es su oficio Ver nuestras miserias con sus piadosos ojos para dolerse de ellas y remediarlas. Mas dime, letra E, ¿quién es la que todos alaban?
Lucela.- Es Estrella de la mar, parece la bella Ester; y es su oficio Encender nuestros helados corazones en el amor de su divino Hijo. Mas dime, letra M, ¿quién es esta doncella?
Ergasto.- Monte de donde se sacó sin manos aquella piedra; parece Mirra escogida; y hace oficio de Mano liberal de Dios, pues por las suyas nos viene cuanto bien nos hace. Mas dime, letra G, ¿quién es esta Reina?
Elifila.- Gozo del cielo y Gloria de la tierra; parece Garza real remontada sobre la luna; y es su oficio Ganar almas, que el enemigo común tenía por perdidas. Mas dime, letra N, ¿quién es la Virgen?
Rústico.- Es una Niña santísima, que está en los ojos de Dios; parece un Naranjo verde que, a un tiempo, tiene flores y fruto; y es su oficio ser Norte clarísimo de nuestros naufragios y tempestades. Pero dime, letra A, ¿quién es esta paloma?
Aminadab.- Es un Árbol de esperanza; parece Arpa de David, y es su oficio Amparar los humildes y desechados del mundo. Mas dime, A segunda, ¿quien es esta Señora?
Damón.- Es una Azucena cándida; parece Aurora hermosísima que trae el Sol; y es su oficio… Armarnos de fe, esperanza y humildad contra el enemigo de nuestra paz y vida.
Ergasto.- Prenda has de pagar, Damón, pues no respondiste presto; y por ello te sentencio a que cantes con tu voz melodiosa una canción a Santa María.
Damón.- Pues no pondré resistencia en cosa que es tan de mi agrado (Se coloca en el centro, y canta una letrilla mariana).
Lope de Vega en otro escrito dirigiéndose al Sempiterno le dice en prosa:
“Mirad, Padre piadosísimo, que viene conmigo el mejor padrino que yo he podido hallar en el cielo ni en la tierra: la puerta del cielo, la tesorera de vuestras riquezas, la limosnera mayor de vuestras misericordias, la enemiga de la antigua sierpe, cuyo pie poderosísimo estampó en lo más duro de su cabeza blanca planta; la estrella de Jacob, la vara de Israel, que rompió las cervices de los capitanes de Moab; aquella Reina que, con el vestido de oro, cercado de variedad, asiste a vuestra presencia; aquella ciudad de Dios de quien tan gloriosas cosas fueron dichas, desde que los hombres tuvieron lenguas... ; el arca de nuestra santificación; la hermosa y cándida paloma, a cuya venida cesó el invierno...; aquella vara de cuyas flores de almendro tuvimos en Vos, bien mío, tan sabroso fruto...; aquella Madre de amor hermoso, de temor prudente y de esperanza santa; pues mirad Señor, que dice que por mí fue Madre vuestra...
Parece, pues Señor mío, que la obliga nuestra miseria con razón de su dignidad, pues no tuvisteis Vos otra causa para nacer de ella que remediarla...
Buen Jesús, ¿quién no tendrá confianza, por pecador que haya sido, si llega a tu santísima Madre, Ella a Ti y Tú a tu Padre”.
Retrato de María
Poco más que mediana de estatura;
como el trigo el color; rubios cabellos;
vivos los ojos, y las niñas dellos
de verde y rojo con igual dulzura.
Las cejas de color negra y no oscura;
aguileña nariz; los labios bellos;
tan hermosos que hablaba el cielo con ellos por celosías de su rosa pura.
La mano larga para siempre dalla,
saliendo a los peligros al encuentro
de quien para vivir fuese a buscalla.
Esta es María, sin llegar al centro:
que el alma sólo puede retratalla
pintor que tuvo nueve meses dentro.
(Lope de Vega)
LA ANUNCIACIÓN
Lope en otra bella poesía al final le dice:
“Vos sois, divina Señora,
hermosa niña, Vos sois
la que ha de ser de Dios Madre,
y criar al que os crió.
Vos sois la zarza divina,
que verde se conservó
entre las llamas del fuego,
y Vos la vara de Aarón.
Vos el arco de las paces
de más divino color,
que el cielo abraza esmaltado
de fe, esperanza y amor.
Vos el arca del diluvio.
Vos la estrella de Jacob,
Vos la paloma que trajo
nuevas del arco y del sol.
Vos, la Virgen, cuya planta
ha de pisar al dragón
tirano de nuestras vidas,
desde que a Eva engañó.
Vos propiciatorio santo,
Vos templo de Salomón,
a donde golpe de culpa
en ningún tiempo se oyó.
Vos limpia, Virgen hermosa
desde vuestra Concepción,
que como le fue posible,
“quien os hizo, os preservó”.
MADRE DE DIOS
“Ya no quiero tener fe
Señora, sino con vos
pues que sois Madre de Dios
Vos sois hija, vos sois Madre
de Aquel mismo que os crió.
El es vuestro hijo y padre
y por madre de vos nos dio.
A todos nos redimió
en querer nacer de vos,
bendita Madre de Dios.
Sois Madre de Dios y mía,
sois el fin de mi esperanza
sois mi placer y alegría
sois mi bienaventuranza.
Mi remedio no se alcanza
por otra, sino por vos,
Virgen y Madre de Dios...”
(fragmento de Juan de la Encina)
¿A quién debo yo llamar
vida mía,
sino a Ti, Virgen María?
Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Nunca me verán decir
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
Duélete, Virgen, de mí;
mira bien nuestro dolor,
que este mundo pecador
no puede vivir sin ti.
No llamo desde que nací
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quién fue nuestra redención;
no hay otra consolación,
vida mía,
sino en ti, Virgen María.
El tesoro divinal
en tu vientre se encerró;
tan precioso que libró
todo el linaje humanal.
¿A quién quejaré mi mal,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz;
a luz diste a nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.
Nunca jamás llamaré
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud,
no ceses de dar salud
a toda la cristiandad!
No pedimos piedad,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.
(Juan de la Encina)
Quiero seguir a Ti, flor de las flores;
siempre desir cantar de tus loores,
nom me partir de te servir,
mejor de las mejores.
Gran fianza he yo en Ti, Señora;
la mi esperanza en Ti es toda hora;
de tribulación sin tardanza
ven me librar agora.
Virgen muy santa, yo paso atribulado
pena atanta, con dolor atormentado,
en tu esperanza coita atanta
que veo mal pecado.
Estrella del mar, puerto de fulgura,
de dolor complido e de tristura
ven me librar e conortar,
Señora del altura.
Nunca fallese la tu merced cumplida,
siempre guareses de coitas, e das vida;
nunca perese nin entristece
quien a Ti non olvida.
Sufro grand mal sin mereser a tuerto,
esquivo tal porque pienso ser muerto;
más tú me val, que non veo al
que me saque a puerto.
(Arcipreste de Hita)
Y aunque me miráis tan niña,
soy más antigua que el tiempo,
mucho más que las edades
y que los cuatro elementos.
Del principio fui criada,
que es el sumo Dios eterno,
y el primer lugar tuve
después del sagrado Verbo.
Infinitos siglos antes
que criara el firmamento
ya él a mí me había criado
en mitad de aquel silencio.
Su primogénita dice,
que soy el Santo, y Perfecto;
de su propia boca oí
este divino requiebro.
(Quevedo)
A NUESTRA SEÑORA
Cortar me puede el hado
la tela del vivir sin que me ampare
más, aunque el cielo airado,
María, el dolor doblare,
olvídeme de mí si te olvidare.
¡A Ti sola me ofrezco!
¡A Ti consagro cuanto yo alcanzare!
Sin Ti nada merezco,
y mientras yo durare,
olvídeme de mí si te olvidare.
Nací para ser tuyo,
viviré si esta gloria conservare,
la libertad rehuyo,
y mientras suspirare,
olvídeme de mí si te olvidare.
El alma te presento,
y si el furioso mar la contrastare,
diré con sufrimiento,
mientras más me tocare:
olvídeme de mí si te olvidare.
(Fr. Luis de León)
A NUESTRA SEÑORA
Virgen que el sol más bella,
Madre de Dios, que es toda tu alabanza;
del mar del mundo estrella,
por quien el alma alcanza
a ver de sus borrascas la bonanza.
En mi aflicción te invoco;
advierte, ¡Oh gran Señora! que me anego; pues ya en las sirtes toco
del desvalido y ciego temor, a quien el alma ansiosa entrego.
La voluntad, que es mía,
y la puedo guardar, esa os ofrezco,
Santísima María:mirad que desfallezco;
dadme, Señora, el bien que no merezco.
(Miguel de Cervantes Saavedra)
GLORIFICACIÓN Y REALEZA DE MARÍA
¿Quién eres, oh Mujer, que aunque rendida al parecer, al parecer postrada,
no estás sino en los cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?
Pero, ¿qué mucho, si del sol vestida;
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?
Cielo y tierra parece que a primores
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores,
para que en ti tuviesen tierra y cielo
con no sé qué lejanos resplandores,
la flor del Sol plantada en el Carmelo.
(Calderón de la Barca)
Ave María
¡Dios te salve María!
sol de las almas, faro de la mía,
lirio del cielo, mística azucena
de hermosura, bondad y gracia llena.
Madre del potentado y del mendigo;
Virgen reina, el Señor está contigo;
Tú sola, Tú, por tu pureza eres
bendita entre todas las mujeres;
y es de tus altos dones, en tributo
santo y bendito de tu vientre el fruto.
Sol de las almas, faro de la mía
¡Dios te salve María!
Santa Madre de Dios, el que a ti llega
halla amparo y perdón. Ruega, si, ruega
por nosotros los tristes pecadores,
libértanos del mal y los errores;
danos la fe consoladora y fuerte,
ahora y en la hora triste de la muerte,
¡Oh luz eterna del eterno día
Santa Madre de Dios, Santa María!
(Juan de Dios Peza)
El abecedario de la Virgen
Niño quisiera ser y en tu regazo
reclinar mi cabeza,
de cuando en vez un beso y un abrazo,
y que mi vida libre de impurezas,
al calor maternal de tu regazo,
fuese como una vida que ahora
empieza.
Tener al alma simple de Francisco
que modulaba de Belén el be
como un corderín tierno de tu aprisco,
y no olvidando lo inútil que ahora sé,
y a lo infantil y rudo cual Francisco
la guirnalda tejer de tu abecé.
La primera letra es A
y ella te dice amorosa
la B, Bella y bondadosa,
la C, Casta, y la D está
aclamándote Dichosa.
La E te proclama Estrella
radiante de la mañana
la F clara Fontana,
¡dichoso el que bebe en ella!
la G, Graciosa y Galana.
Eres Humilde y Hermosa
y la siempre Inmaculada,
nueva Jael valerosa;
eres Jardín de olorosa
yerba que nadie pisara.
La L te llama Luna
que alegra la noche triste
de nuestra incierta fortuna;
La LL, Lluvia oportuna
que de verde el campo viste.
La M es cifra completa
de tu ser: Madre y María;
La N anuncia discreta
la Nube que vio el profeta
surgir en la lejanía.
La Ñ en el habla de España
de antaño nos dice Ñudo,
y eso fuiste, que en tu entraña
Un Dios por manera extraña
anudarse al hombre pudo.
En la O se ve el Oriente
por donde la luz asoma
de un nuevo sol refulgente,
la P nos dice Paloma
y la Q que a la serpiente
repugnante y venenosa
tu calcañal Quebrantó;
la R que eres Rosa
en cuyo cáliz cuajó
divina perla preciosa.
La S te dice Santa
Santina mejor diría;
la T, Torre que levanta
su almenada crestería
con que el enemigo espanta.
La U señala tu seno
virginal, Urna de oro
para guardar un tesoro...
Tu seno que se vio lleno
sin que sufriere desdoro.
En la V leo Virtud,
y Virgen cual no se ha visto,
pues siéndolo diste a luz;
la X que es cifra de Cristo
semeja de ambos la Cruz.
La Z dice Zagala.
¡A cuántos tiernos corderos
tu mano cuida y regala!
Atiéndelos bien, Zagala
porque hay lobos carniceros...
Y ahora que ya tejí tu abecedario
y con tus mieles regalé mi boca
¿qué más puedo anhelar?
En tu santuario
sobre el ara campestre de una roca
dejaré de tus nombres el rosario
y su recuerdo endulzará mi boca.
(Manuel García)
Maternidad Espiritual
Que Ella tu senda bendiga
como tu Madre y tu Amiga;
con sus divinos consuelos
no temas infernal guerra;
que perfume tus anhelos
su nombre que el mal destierra,
pues Ella aroma los cielos y la tierra.
(Rubén Darío)
Auxiliadora
La toda bendición, todo consuelo,
la que mira a la tierra desde el cielo
con los divinos ojos maternales.
La que sabe de gentes que en la vida
van sin fe, sin amor y sin fortuna,
y en vez del agua beben el veneno.
La que perdona y ve... La que convida
a la dicha posible y oportuna,
el encanto de amar y ser bueno.
(Manuel Machado)
Plegaria
«María», cuyo nombre
como conjuro santo,
ahuyenta con espanto
la saña de Luzbel;
escríbeme en el pecho
tu nombre omnipotente,
porque jamás intente
aposentarse en él.
«María», soberana
de cuanto el orbe encierra;
rocío de la tierra,
estrella de la mar;
tu nombre misterioso
será el fanal tranquilo
que alumbrará el asilo
de mi terreno hogar.
«María», cuyo nombre
es fuente de pureza,
que lava la torpeza
del frágil corazón:
tu nombre será el agua
que al mío purifique
de cuanta en él radique
maligna inclinación.
«María», luz del cielo,
cuya brillante esencia
es luz de toda ciencia
y del saber raudal:
tu nombre será antorcha
cuyo fulgor ahuyente
de mi agitada mente
la lobreguez letal.
«María», cuyo nombre
es música más suave
que el cántico del ave
y que del agua el son:
tu nombre será fuente
do beban su armonía
mi tosca poesía,
mi pobre inspiración.
«María» a cuyo nombre
la divina justicia
al pecador propicia
se inclina a perdonar;
tu nombre sea, cuando
la eternidad se me abra,
la última palabra
que exhale al expirar.
(José Zorrilla)
Presencia de María
Si tú me dices «Ven», lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta en el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lado
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices «Ven», todo lo dejo,
llegaré a tu santuario casi viejo
y al fulgor de la luz crepuscular;
más he de compensarte mi retardo
difundiéndome, ¡Oh, Madre! como un nardo de perfume sutil, ante tu altar.
(Amado Nervo)
El triunfo del AveMaría
1. Todos canten y publiquen
con sonora y fuerte voz
el saludo del arcángel
a la Madre del Señor.
¡Rezando el avemaría,
el pecado acabará!
¡Y por el avemaría,
Jesucristo reinará!
2. ¡Qué plegaria tan divina!
Quien conoce tus grandezas,
te recita fervoroso
y te canta noche y día.
Rezando...
3. Ni los réprobos y herejes
han saboreado jamás
su riqueza soberana,
su dulzura celestial
Rezando...
4. Tú, alma predestinada,
debes siempre publicar
y gustar en todo tiempo
este escondido maná.
Rezando...
5. Los ángeles en el cielo
y los hombres en la tierra,
Satanás en el infierno
y el alma del purgatorio...
Rezando...
6. Dios, que has rescatado al mundo
mediante el avemaría,
sigue cambiando por ella
los cielos, la tierra, el mar.
Rezando...
7. Si cautivó a nuestra Madre
y Ella aceptó su misión,
hoy la encanta todavía
y la inflama en santo amor.
Rezando...
8. Pues su gracia fecundiza
a toda la creación...
Tiene gracias sin medida,
aunque no se las conozca.
Rezando...
9. Era estéril nuestra tierra...
Pero, al encontrarla el ángel,
la tierra produjo el fruto
abundante y generoso.
Rezando...
10. Rezando el avemaría,
se convierte el pecador,
el averno es derrotado
y hasta el diablo huye veloz.
Rezando...
11. Tiene tales maravillas,
que conquista cuanto existe;
los peores enemigos
por ella el perdón se dan.
Rezando...
12. 12. Ni Dios, cuando monta en cólera,
se le puede resistir;
pues, cuando oye recitarla
se hace Padre y ya no es juez.
Rezando...
13. Es un arma poderosa
contra toda tentación,
es encanto y es dulzura
en el llanto y el dolor.
Rezando...
14. De los ángeles es gozo,
de la Madre y de Jesús;
y celebra el paraíso
sus grandezas con fervor.
Rezando...
15. Alcanza a los pecadores
gracia abundante y perdón,
a los justos da y alcanza
perseverancia y fervor.
Rezando...
16. Ilumina y enardece,
de sustento y protección,
sana, alienta y reconforta
y da la gracia de Dios.
Rezando...
17. No hay nada que hacer no pueda,
si se reza con fervor;
hasta cambia en fuego ardiente
la tibieza y la frialdad.
Rezando...
18. Se conquista en un instante
la rebelde voluntad
y al hereje y obstinado
en creyente cambiará.
Rezando...
19. Es muy rico y sabio al tiempo
quien la aprende a recitar,
aunque nunca haya aprendido
a escribir y deletrear.
Rezando...
20. Y yo -digan lo que digan-
para agradar al Señor,
la recito en todas partes:
en la iglesia y el hogar.
Rezando...
21. Ya me acueste o me levante,
entre o salga de mi hogar,
esté dentro o me halle fuera...
vibra y revibra en mi voz.
Rezando...
22. Yo me torno en invencible
si lo puedo recitar...
Todos me aman y me temen
y no tiemblo ante Satán.
Rezando...
23. Mundo, carne y demonio
me combaten sin parar,
y en su rabia inútil rugen
cuando de ella oyen hablar.
Rezando...
24. Es consejo saludable,
secreto es de perfección;
rezar a diario un rosario
nos lleva a la santidad
Rezando...
25. Quien es fiel en recitarla
avanzará raudamente;
vivirá como los santos;
morirá muerte tranquila
y llegará muy seguro
a la patria celestial.
Rezando...
(San Luis María Grignión de Montfor)
ANUNCIACIÓN
“Entonces llamó a un arcángel
que San Gabriel se decía,
y enviolo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía;
en la cual la trinidad
de carne el Verbo vestía;
y aunque tres hacen la obra,
en el uno se hacía;
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenía solo Padre,
ya también Madre tenía,
por lo cual Hijo de Dios
y del hombre se decía”.
(San Juan de la Cruz)
EL ALMA ENAMORADA DE MARÍA
“Vivo enamorado de aquella Señora,
que tiene tan dulce y tierno corazón,
que viendo alguno ya su amor pretende, aunque indigno sea,
no lo ha de despreciar.
Esta Virgencita tan bella y tan pura,
que fue elegida del sumo Señor
para ser su Madre y su amada Esposa,
es la que a mí me robó el corazón.
Extiende, por tanto, tu mano María,
Mi querida y dulce ladrona de amor
acércate y coge mi corazón del pecho
que solo suspira y desfallece por ti”.
(San Alfonso María de Ligorio)
Soneto Mariano
Alabanza y honor a quien te hizo
Soberana gentil del universo.
Loor al Rey que bebió en el lago terso
de tu virginidad el claro hechizo.
Tiemblan ante el prodigio las vencidas
huestes alborotadas del Averno.
Humíllese Satán, calle el infierno,
y a su impotente rabia ponga bridas.
Brille la luz de tu mirada buena,
Madre amorosa, sobre el desconsuelo
de mis ingratitudes. Gratia Plena,
no me abandones en el triste suelo
hasta que arribe a la región serena,
en la que tu hermosura es doble cielo”.
(San Alfonso María de Ligorio)
OTROS POEMAS DE SAN ALFONSO
“¿Sabes qué quiero
dulce María?
Estrella mía
te quiero amar.
Hermosa Reina,
siempre a tu lado
cual siervo amado
quisiera estar...
No sé qué darte
si no es mi vida;
toda perdida
la quiero en Ti”
“Dulcísima esperanza,
celeste amor, María,
tú eres la vida mía,
mi paz en la aflicción...
Bajo tu hermoso manto,
¡Oh emperatriz querida!,
quiero pasar la vida
quiero morir al fin...
Extiende tus cadenas
y mi pecho cautiva,
que ha de ser, mientras viva,
tu prisionero fiel.
Y así, Reina adorada,
tuyo es mi amor, no mío;
mas Tú a Jesús, confío
harás ofrenda de él”.
RUEGO2
“Ruega, oh tierna Madre, nos conceda Dios
salud al enfermo, gracia al pecador.
Nube del Sinaí, de vivo esplendor,
Que el seno ocultas al hijo de Dios.
Nube más hermosa que la que veló
Al Arca de Alianza con tenue vellón.
Nube que guiaste al Pueblo de Dios
A gozar la herencia de Abraham y Jacob.
Nube que en el templo del Rey Salomón
Flotaste cual humo de etérea oblación.
Nube, que Isaías, con místico ardor,
Lluévenos, clamaba, lluévela, Salvador.
Nube de Caramelo, donde te evocó
del profeta Elías la ardiente oración.
Nube en el que gozoso Noé contempló
Dibujarse el iris, del diluvio en pos.
Nube que vistes del divino sol.
y dones derramas de vida y amor.
Nube mensajera de gracia y perdón:
Cúbranos tu sombra de la ira de Dios.
Nube que al viajero con sombra veloz
Refrescas la frente que abrasara el sol.
Nube de las gracias, fragua del amor,
Nube de los cielos, trono del Señor”.
ACRÓSTICO
Mortificación
Amor
Regularidad
Inocencia
Abandono.
(Santa Bernardita)
SONETO
“¿A qué con frases pretender, Señora,
tu hermosura pintar, si aún las más bellas
pálidas son: pues a despecho de ellas
El cielo te retrata hora tras hora?
Besa tus pies la luna, el sol te adora;
Los festones del iris son tus huellas;
Fulguran en tus ojos las estrellas,
y hay en tus labios rosicler de aurora.
Así al cruzar el ancho Firmamento,
tus manos son jazmín, rosas tus plantas,
Miel tu sonrisa y azahar tu aliento.
Amor tu égida y música tu nombre,
A cuyo blando son Luzbel se espanta,
Dios se recrea y te bendice el hombre.
(Pío X)
¡Vaya una flor más galana
que ha nacido en el jardín
del glorioso San Joaquín
y de su esposa Santa Ana!
Muchos años transcurrieron
sin que el jardín diera flores,
ni los pájaros cantores
en él a anidar vinieran.
Pero una buena mañana,
¡vaya una flor más galana
que ha nacido en el jardín
del glorioso San Joaquín
y de su esposa Santa Ana!
Nunca vio el cielo turquí
azucena más hermosa,
ni más colorada rosa,
ni más fragante alelí...
Pero esta buena mañana
¡vaya una flor más galana
que ha producido el jardín
del glorioso San Joaquín
y de su esposa Santa Ana!
En los jardines del cielo
se crían muy lindas rosas,
mas no tan lindas y hermosas,
como la flor de este suelo,
tan gentil y tan galana
como esta buena mañana
ha brotado en el jardín
del glorioso San Joaquín
y de su esposa Santa Ana.
Flor, que es reina de las flores
de los cielos y la tierra;
flor, que toda gracia encierra,
es esta flor tan galana
la que esta buena mañana
ha brotado en el jardín
del glorioso San Joaquín
y su esposa Santa Ana.
Flor, suyo seno sagrado
tálamo de Dios será,
y por fruto nos dará
al mismo Dios humanado.
Pues bendita la mañana
en que una flor tan galana
ha brotado en el jardín
del glorioso San Joaquín
y su esposa Santa Ana.
(J. Ma. Gorricho, C. M. F.)
[1] Lope de Vega (1562-1635), considerado entre los grandes de la Literatura Universal, y uno de los poetas más fecundos. A la Virgen como ningún otro poeta le dedicó muchas poesías y escritos en su honor. Su vida sentimental fue borrascosa. Se confesó diciendo: “¿Nuestra Señora? Es la única mujer que llena mi corazón”.
[2] En su escrito, “Pastores de Belén”, perteneciente al género no dramático, dedicó sus mejores poemas y villancicos al Niño y a la “divina Señora” como la llamó algunas veces. En una de las partes de esta obra, Lope de Vega hace un diálogo simulado entre los pastores, y en forma de juego se reparten las letras para conformar el nombre de María Virgen y de acuerdo a cada letra cada pastor le rinde un atributo.
2 Poema compuesto por el Venerable siervo de Dios, Padre Julio Matovelle en honor de María Santísima de la Nube que se venera en el Santuario de Azogues - Ecuador. Fundador de los padres Oblatos en Cuenca-Ecuador. Mariano consumado, cuyo proceso de beatificación se encuentra muy adelantado.